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Medir y evaluar innovación más allá de tecnología y nuevos productos

Tiempo de lectura: 3 minutos
No puedes mejorar lo que no puedes medir. Desafortunadamente, el único indicador reconocido para medir la innovación en México es el número de patentes y el gasto público en investigación y desarrollo. Sin embargo, la innovación abarca mucho más que tecnología y nuevos productos por lo que debemos encontrar maneras para establecer métricas y acercamientos que capten y analicen su rol activo dentro de las organizaciones.

Como líderes o encargados de innovación, ¿por dónde empezar a innovar? ¿cuál es el primer paso? ¿cómo subir al barco a los demás? Este texto busca ser un marco de referencia y un punto de partida para acompañar a todo aquel que vea la innovación como el camino a seguir en su organización o negocio y se pregunte por dónde empezar o en qué estado o “nivel” se encuentra actualmente.
 
El camino empieza por analizar las prácticas de innovación actuales y establecer los indicadores básicos para ajustar, planear e implementar iniciativas dentro y fuera de las empresas.
 
Se trata de un esfuerzo por encontrar los elementos internos y externos que permitan a las empresas llevar la innovación a la acción mediante un proceso simple y práctico, sin complicaciones ni mitos. 

Para llevar a cabo esta radiografía es necesario comprender a fondo la estructura de cada compañía y, en un segundo momento, analizar el entorno que influye a cada empresa en materia de políticas públicas sobre innovación. Este análisis del contexto sobre el cual opera cada empresa dará pie a que entremos de lleno a evaluar internamente cómo estamos innovando y sobre qué indicadores debemos construir a futuro.

El diagnostico interno deberá cubrir cuatro dimensiones: organización, gente, mecanismos e impacto. Por si solas, cada una arrojará información valiosa sobre los esfuerzos actuales que se realizan en torno a la innovación y si el enfoque e importancia que hoy en día tienen son los correctos.
 
Organización:
Al voltear al interior de cada organización, lo primero que debemos establecer es si existe un rol definido para la innovación como parte de la estrategia y visión de negocio. Aquí es muy importante hacernos dos preguntas: ¿Cuáles son las prioridades anuales para la innovación? ¿Existen objetivos claros para lograr estas prioridades?
Más importante aún es tener claro si el equipo directivo y los tomadores de decisión entienden la importancia de la innovación y participan activamente en la definición de la estrategia. Ya sea mediante mecanismos específicos, con un laboratorio o equipos en tiempo parcial o por medio de un presupuesto asignado a formación, investigación, viajes del equipo y tecnología.
 
Gente:
Cada organización debe definir el perfil y el número de personas que participarán en estos procesos de innovación y si su participación estará ligada a sus objetivos de desempeño. El plan de formación para este equipo puede ser impartido de forma interna con talleres y cursos, y de forma externa en foros, viajes y cursos en universidades por lo que es necesario asignar un presupuesto destinado a este rubro.
 
Mecanismos:
Una vez definido el grupo de personas que formará parte, debemos enfocarnos en los mecanismos para poner en marcha el ciclo de innovación. Por lo tanto, debe de haber un responsable del equipo interno que se asegure que todos los procesos sucedan y las herramientas sean utilizadas. De igual forma, es importante establecer vínculos con recursos externos como universidades, el ecosistema emprendedor, alianzas empresariales o inversiones de terceros. El balance entre mecanismos internos y externos debe ser equitativo para hacer las ideas realidad y que la innovación suceda.
 
Impacto:
¿Cómo medir el impacto de la innovación?
Existen dos maneras de captar el valor del impacto de un ciclo de innovación: de forma tangible o intangible.

Por ejemplo, los elementos tangibles abarcan porcentaje de ventas, nuevos clientes, patentes, productos lanzados, etc. Los intangibles se refieren al impacto en el reconocimiento de marca o la lealtad de empleados y clientes.
En este bloque también entran las dinámicas que no tienen que ver directamente con un objetivo del negocio puntual pero suman al ecosistema de innovación general. Un ejemplo de estas dinámicas son las inversiones a fondo perdido para explorar nuevos objetivos de innovación o una cultura “open source” en la que mucha de la información de las empresas es del dominio público y aportan mucho valor a la comunidad.
 
Adentrarse al mundo de la innovación es en sí mismo un salto al vacío y cada paso trae consigo un estado natural de incertidumbre. Sin embargo, tener un mapa o un blue print con el cual arrancar o sobre el cual evaluar lo que ya hacemos dentro de una organización o nuestro propio negocio, es la mitad del camino.
 
Si quieres conocer más sobre este índice y cómo puede adaptarse a tu empresa o proyecto de innovación, escríbenos a pablo@inspiracionparacrear.com 

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Pablo Rodríguez

Consultor en RedBox y editor de Inspiración para crear
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