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La suerte que controlamos

Tiempo de lectura: 5 minutos

Estás a punto de atravesar una avenida, te detienes a la altura del paso peatonal, esperas un segundo en la banqueta antes de dar el siguiente paso, volteas a ambos lados para revisar el panorama y finalmente continúas tu camino hasta llegar a la próxima esquina, sano y salvo. El hecho de voltear a ambos lados antes de cruzar la calle, aún sabiendo que tiene un solo sentido es totalmente racional, al final, podría suceder algo inesperado ¿cierto?

Cuando pensamos en lo inesperado, comúnmente lo hacemos a modo de mecanismo de defensa. Al prepararnos para una presentación o reunión importante, intentamos anticipar todo lo que podría salir mal: la red podría fallar, haciendo que me conecte tarde, podría tener problemas al compartir la pantalla, mi gato podría tirar el café sobre la computadora, etc. Si bien, es real que lo inesperado está muy relacionado con estar preparados, no siempre deberíamos hacerlo anticipando escenarios negativos.

El psicólogo Richard Wiseman, realizó un experimento para un programa de BBC, que involucró solamente dos sujetos de prueba: el primero se trataba de una persona que se consideraba a sí misma suertuda, el segundo por el contrario, se consideraba una persona sin suerte. El experimento fue sencillo: los participantes fueron por separado a comprar un café a cierto restaurante, como parte de la prueba, se había colocado un billete de £5 de camino al lugar y una persona que simulaba ser un hombre de negocios posaba cerca del mostrador. Cuando los investigadores les preguntaron a ambos cómo les había ido en la compra, la persona suertuda había pasado un excelente día, ya que encontró dinero en la calle y además hizo un nuevo amigo (que podría llevarlo a más oportunidades); por otro lado, la persona no suertuda describió su travesía como como cualquier otra, sin algo especial. Aunque las dos personas habían tenido exactamente las mismas oportunidades, solamente una fue capaz de “verlas”. Lo que buscaba demostrar el experimento de Wiseman, es que la forma en que percibimos las oportunidades de la vida, puede influir directamente en la frecuencia que dichas oportunidades ocurren. El primer sujeto estaba alerta a lo inesperado, buscando algo nuevo en lo ordinario, mientras que el segundo solamente tenía planeado comprar un café. 

Existen formas de planear un comportamiento abierto a las oportunidades, en otras palabras, forzar nuestra suerte: en primer lugar, debemos disponer de espacio mental y tiempo para poder tomar ventaja de dichas oportunidades, para esto es importante vaciar nuestras vidas de todo lo que podría estorbar, física y mentalmente, cambiar ese foco que lleva fallando ya unos meses, mandar a arreglar el microondas que calienta a medias hace unas semanas e incluso determinar qué relaciones realmente vale la pena mantener y cuáles están tomando espacio solamente. Al final, no pueden llegar nuevas o mejores situaciones si no tenemos el espacio para recibirlas.

Entre otros aspectos importantes para potenciar nuestra suerte está el maximizar los momentos en que se podrían dar nuevas oportunidades, por ejemplo, improvisar al resolver un reto, por más banal que sea, podemos buscar soluciones no estandarizadas que nos enseñen algo nuevo. Asimismo, es importante ver los fallos, retos y decepciones con otros ojos, ya que siempre pueden ser oportunidades para comenzar de cero. Un ejemplo muy poderoso de esto se dio en 2005, cuando Evan Willams (Co-fundador de Twitter) estaba fuertemente involucrado en “Odeo”, una plataforma de podcasts en la que comenzó siendo inversionista, pero fue escalando hasta tomar un rol muy cercano a Noah Glass, uno de los cofundadores. La startup solamente llegó a la Serie A de financiación antes de ser cancelada definitivamente, debido al lanzamiento de iTunes, al ver que no podrían competir con Apple, decidieron centrar su atención en un proyecto más pequeño que tenían, dicho proyecto creció hasta convertirse en Twitter.

Lo que históricamente ha logrado que perduren individuos y organizaciones es su capacidad, muchas veces inconsciente, de convertir lo inesperado en resultados positivos. Se trata de ver puentes dónde otros ven huecos y ser proactivos para lograr una especie de “suerte planeada”. Robert Wiseman desarrollo muchos experimentos para probar esta teoría, así como pasos y métodos para aumentar nuestra suerte, todo esto y más es explicado a detalle en su obra.

La suerte que nos controla

Como seres humanos, nos es difícil entender la magnitud de las situaciones que influyen en nuestro desarrollo todos los días, tendemos a maximizar nuestras acciones y minimizar las del entorno o gente que nos rodea. Como un ejemplo de esto, comunmente cuando un equipo de investigadores termina un proyecto y se les pregunta a cada de los miembros qué porcentaje creen que aportaron al resultado final, al realizar la suma, el resultado da cerca de 140%. Ocurre algo muy similar con las parejas cuando se les cuestiona qué porcentaje del trabajo doméstico realizan, las sumas normalmente dan más de 100%. Lo interesante, es que también encontramos dicho comportamiento al preguntarle a las parejas qué porcentaje de las peleas iniciaron o cuánto ensució el lugar cada uno, no es precisamente que nos sintamos más útiles o listos que los demás, sino que recordamos relativamente bien todo lo que vivimos y parcialmente mal las acciones de las personas que nos rodean, esto se es conocido como egocentric bias.

Este tipo de bias, se replica todos lados y es una de las principales razones por las que minimizamos el rol de otros agentes en nuestra vida, como lo es la suerte. Un ejemplo de esto se da con los jugadores de la NHL, se sabe que desde hace muchos años, el 40% de los jugadores profesionales de hockey son personas que nacieron en el primer cuarto de año, comparado con un escaso 10% que han nacido en el último cuarto. Se cree firmemente que la diferencia se debe a que la fecha límite de entrada para las ligas infantiles de hockey es el primero de enero, por lo tanto, los niños nacidos en este mes, entran a destiempo, siendo más grandes y rápidos que los niños nacidos en meses posteriores, dicha ventaja debería disminuir con los años, pero no ocurre así. A los niños que muestran potencial en los primeros años, también se les permite practicar más tiempo e ir a más torneos, finalmente esto los lleva a tener un mejor entrenamiento, resultando en una probabilidad cuatro veces mayor de convertirse en un jugador profesional de hockey si es que nacieron el primer mes del año. Aún así, cuando les preguntan a los jugadores a qué factores atribuyen su éxito, normalmente su respuesta ira relacionada con el trabajo duro, sus buenos entrenadores o la capacidad de nunca parar; naturalmente no veremos a alguien agradeciendo su fecha de nacimiento como un factor importante. 

El autor Robert H. Frank desarrolla el concepto anterior, junto a muchos ejemplos y experimentos más para dar a entender el papel que juega la suerte en nuestro éxito, en su libro: Success and Luck: Good Fortune and the Myth of Meritocracy

Hay ciertos aspectos del entorno contra los que simplemente no podemos luchar. En estos casos, solamente nos queda tratar de entender la situación y buscar la forma de compensar o tomar ventaja de lo que se nos presenta, no podemos controlar todo.

Al final, somos suertudos

Nuestro entorno y psicología normalmente nos hace olvidar lo suertudos que somos, para potenciar esto, es esencial estar abierto y alerta a lo inesperado. Trabajar con la “suerte” que podemos controlar, sobrellevar la suerte que no podemos controlar y hacer lo mejor por aportar suerte a los demás.

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Alejandro Bernal

Alejandro Bernal

Autor en Inspiración para Crear
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