Llegaron a su fin las Olimpiadas de Tokio 2020… Sí, llevadas a cabo un año después, sin público y en medio de una tercera ola de COVID-19. Al final del evento que duró poco más de dos semanas, la palabra que resuena continuamente en mi cabeza es «superhumanos».
Fue impresionante ver la maestría y destreza de muchísimos atletas en sus respectivas disciplinas, retando las leyes de la física, realizado acrobacias, movimientos y un nivel de concentración que parecen no ser propios del ser humano. «Citius, Altius, Fortius” (más alto, más rápido, más fuerte), es un lema que perece quedarse corto al recordar las hazañas de estos deportistas. Sin embargo, más allá de aquellos que rompieron récords, o nos dejaron boquiabiertos durante su participación, hubieron situaciones que me resultaron aún más asombrosas y que destacan las grandes virtudes de lo que somos como seres humanos.
1. Colaboración y hermandad: Ver un deporte como el skateboarding fue realmente inspirador, pues no solo se trataba de una competencia con trucos increíbles, sino de ver a una «tribu» desenvolverse de manera honesta y poderosa ante los ojos de la humanidad. Felicitarse y alentarse como si un grupo de amigos estuvieran compartiendo el escenario de cualquier parque de una gran ciudad ¡Qué increíble deporte! Conectar, construir y colaborar con otras personas de nuestro mismo gremio o distintas ramas se traduce siempre en crecimiento.

2. La capacidad de congeniar: gracias a la final del salto de altura recordaremos una de las imágenes más significativas de Tokio 2020. Mutaz Essa Barshim (QTR) y Gianmarco Tamberi (ITA) se abrazan después de convenir en que ambos podrían ser acreedores al oro. La apertura para conciliar en que no se necesita siempre ser el único, dominante y más poderoso fue realmente admirable. Reconocer y respetar a quien consideras tu competencia o rival, y aceptar la fortaleza de ambos es quizás la manera en que tenemos que trabajar para diseñar un mejor futuro.

3. Resilencia: muchos atletas cayeron al desempeñarse en su disciplina. Todos lo hacemos en la materia que nos corresponde. Los golpes y fracasos son inevitables. Sin embargo, no importa qué tan fuerte sea la caída o cuantas veces nos tropecemos, lo importante es la forma en cómo nos levantemos para seguir adelante: siempre para ser mejor – más alto, más rápido, más fuerte-. Sifan Hassan es el vivo ejemplo de que las caídas solo fortalecen la voluntad para alcanzar tus metas. Aquí el momento donde se cae, se levanta y remonta para ganar su eliminatoria.

4. Esfuerzo máximo: en una disciplina tan exigente y desgastante como la marcha, cada atleta se merece nuestro reconocimiento al cruzar la meta. Pero aun más quienes cargando el dolor físico desde la mitad de la prueba y el dolor emocional de días atrás, no se rinden y buscan llegar hasta el final. Enfocarse y esforzarse al máximo para cumplir con el reto asumido. Claudio Villanueva llegó lesionado al final de la prueba de marcha varonil, una hora después que el polaco Dawid Tomala quien ganó medalla de oro. Entre aplausos de los voluntarios se mantuvo en pie hasta cruzar la meta. Un gran ejemplo de tenacidad, perseverancia y coraje.

Estos son los superhumanos, los que se apoyan, los que se levantan, los que luchan, los que se reconocen en el otro.
¡Qué gran lección nos dejan estas personas!…
Y nosotros, ¿qué cualidad queremos que nos distinga para ser parte estos superhumanos? ¿Qué habilidades queremos desarrollar en nosotros y en nuestros equipos?
Mucho que reflexionar, pensar y más por hacer.
Vienen los paraolímpicos y preparémonos para ver otro nivel de atletas; gente que ha trazado un propósito para darle un gran sentido a su vida.
Nos queda todo por aprender de estos súper-superhumanos.